La movilidad eléctrica es una realidad que día a día coge más fuerza principalmente por las ventajas que suponen los vehículos eléctricos en comparación con aquellos que emplean motores térmicos en cuanto al respeto con el medio ambiente y eficiencia.
Uno de los retos más importantes a los que se enfrentan los vehículos eléctricos actuales es a la autonomía que disponen, limitando en gran medida que estos puedan sustituir al 100% a un vehículo de combustión. Pese a la continua investigación y desarrollo de tecnologías que permitan aumentar la densidad energética de las baterías así como las recargas ultrarrápidas, en los últimos años se plantean otra solución a este hándicap: las carreteras electrificadas.
Uno de los precursores de esta solución se denomina eRoadArlanda y es un proyecto desarrollado en Suecia desde 2013 e inaugurado en 2018. Para este proyecto se han electrificado dos kilómetros de carretera, empleándose como pista de pruebas con el objetivo de crear una infraestructura que permita la eliminación de los transportes con combustibles fósiles para el 2030 en dicho país.
El método empleado para esta propuesta consiste en un raíl conductor situado en el suelo de la carretera y conectado a la red eléctrica que se encarga de alimentar al vehículo, mientras que este último dispone de un brazo móvil para efectuar la conexión entre el vehículo y el raíl. El brazo detecta la ubicación del raíl y se posiciona automáticamente sobre el mismo siempre y cuando sea posible, elevándose para evitar el contacto con el suelo si el vehículo deja de estar situado encima del raíl.
Desde Suecia afirman que sólo las carreteras principales y de mayor uso deberían adoptar esta medida, tratándose en su caso de un 2 al 4% de la red vial aproximadamente. Con ello, la distancia máxima entre dos carreteras electrificadas no superaría los 45 km, tratándose de una distancia que puede sobrellevar una batería pequeña sin necesidad de parar a recargar durante el trayecto. En el supuesto de que toda Europa adoptase este sistema, sería posible circular desde Noruega hasta España sin parar a repostar.
Otra solución similar que todavía está en fase de desarrollo estudia la recarga estática y dinámica del vehículo de forma inalámbrica mediante la instalación de unas placas en la carretera que trasfieren la energía eléctrica por inducción, evitando la conexión física entre el vehículo y la carretera.
Esta solución desarrollada por la empresa Qualcomm está siendo probada bajo el consorcio europeo denominado FABRIC, compuesto por diferentes fabricantes de automóviles junto con asociaciones, empresas de tecnología, etc.
¿Son viables estas soluciones?
Aunque estos sistemas permitan emplear baterías más pequeñas con los beneficios que supone en cuanto al coste de adquisición del vehículo eléctrico, menor peso del conjunto y menor espacio necesario; estas tecnologías todavía necesitan mucho desarrollo e investigación para poder ser implantadas masivamente y requieren una gran inversión en infraestructura.
Gracias al desarrollo constante de las baterías, en pocos años los vehículos tendrán suficiente autonomía y breves tiempos de recarga como para coincidir el repostaje con el tiempo de descanso del conductor por lo que tiene lógica pensar que estas soluciones no son necesarias. A corto plazo este razonamiento tiene sentido pero, ¿qué pasará con la implantación de la conducción autónoma donde no será necesario parar a descansar independientemente de la distancia a recorrer?
Qué tecnologías aparecerán en el futuro y determinar cuáles de estas serán finalmente implementadas y cuáles serán descartadas es algo incierto. Lo que está claro es que en el futuro será el vehículo eléctrico el medio de transporte predominante en nuestras carreteras.
