A lo largo de este año, previsiblemente a principios del mes de julio, la Dirección General de Tráfico, tras consensuarlo con el sector de automoción, daría cabida a la renovación de la clasificación ambiental de los vehículos.
Las reformas no serían radicales, pero se verían afectados varios tipos de vehículos como los automóviles de combustión comercializados a partir de la actualización que contaminan mucho menos que los vehículos con motor de gasolina matriculados desde 2006 y que los diésel desde septiembre de 2015 (actualmente con etiqueta «C»), recibiendo por ello una nueva pegatina con la letra «D» y adicionándose esta a las cuatro vigentes a día de hoy.
Por otra parte, los vehículos ligeros de propulsión híbrida y gran potencia entrarían en la clase con distintivo «ECO», al igual que los híbridos enchufables de autonomía inferior a 40 km, que hasta ahora recibían la etiqueta «0 Emisiones», pero que en la práctica no se correspondían con esta, puesto que el conductor no siempre enchufaba la carga de la parte híbrida y funcionaban con el motor térmico.

Las motocicletas de nueva matriculación pasarían a estar clasificadas como «ECO», en lugar de como «C», ya que se considera injusto que una motocicleta Euro 5 que emite menos de la mitad de contaminantes que un vehículo con tecnología GLP o GNC no deba llevar adhesivo «ECO», y lo mismo ocurre si comparamos el nivel de emisiones de los vehículos de dos ruedas de este año con los vehículos de cuatro ruedas de tipo microhíbrido o mild-hybrid.
La entrada en vigor de la nueva clasificación ambiental no sería de carácter retroactivo porque supondría un caos burocrático y administrativo, por lo que la reglamentación se mantendría sin cambios para los vehículos etiquetados hasta la entrada de los nuevos retoques.