La venta de vehículos a nivel mundial crece año tras año a pesar de las épocas de crisis. Así pues, entre los años 1991 y 1999 se vendieron un total de 39,2 millones de unidades de vehículos en todo el mundo mientras que solo en el año 2016, se vendieron 74,38 millones de unidades.
Con el incremento de ventas de vehículos, también ha ido en aumento el número de accidentes de tráfico. El factor humano, la vía de circulación y el vehículo son los tres elementos clave que intervienen en los accidentes de tráfico.
Conscientes de ello, los usuarios de vehículos se interesan cada vez más por los sistemas de seguridad que equipan los vehículos a la hora de su adquisición. A su vez, la equipación de los nuevos sistemas de seguridad también incrementa considerablemente el precio final del vehículo.
Según encuestas realizadas, el precio final del vehículo es un factor determinante a la hora de adquirir un vehículo, situándose por encima del consumo, diseño o seguridad, factor preocupante (este último) ya que se trata de proteger vidas humanas.
Dadas las circunstancias, el usuario debe plantearse hasta qué punto puede equipar su vehículo con los sistemas de seguridad de última generación.
Los vehículos de última generación incorporan cada vez más sistemas de seguridad, como por ejemplo:
– Control de velocidad adaptativo
– Frenada de emergencia
– Asistente al cambio involuntario de carril
– Detector de fatiga
– Asistente para el aparcamiento
– Luces adaptativas
– Detección de puntos ciegos
– Sistemas de detección de señales de tránsito
Diferentes estudios realizados constatan la importancia de adquirir un vehículo con el máximo de elementos de seguridad posibles. Algunos de ellos son obligatorios por normativa como pueden ser el sistema ABS (Anti-lock Braking System), SRS (Sistema de Retención Suplementario o airbag) o anclaje isofix mientras que otros como el control de velocidad adaptativo, el sistema de frenada de emergencia y el sistema de detección de señales de tránsito son opcionales.
Los nuevos sistemas de seguridad, agrupados bajo la designación de sistemas ADAS (Advanced Driver Assistance System – Sistema Avanzado de Asistencia a la Conducción) cuentan con un papel vital en la prevención de accidentes y protección de ocupantes y usuarios de la vía pública, pero dicha tecnología no sirve de nada si no se conoce su funcionamiento, se utiliza mal o provoca conductas peligrosas al volante, los conductores se sienten más seguros y aumentan su velocidad media al conducir.
A pesar de que se disponga del sistema de detección de peatones, no se debe conducir pensando en que el vehículo frenará automáticamente o cambiara de dirección, el conductor debe estar atento en todo momento.