Bosch está trabajando en un carburante sintético el cual se fabricaría a partir de dióxido de carbono. Se estima que a largo plazo en unos 30 años, se puedan llegar a ahorrar 2.8 gigatoneladas de CO2 en la atmósfera. Lo que sería el equivalente a la contaminación anual de tres países como Alemania.
Para la fabricación de este combustible, Bosch extrae de las partículas de agua, hidrógeno y se combina con dióxido de carbono reciclado y de partículas de CO2 capturadas por filtros de aire. Todo este proceso se lleva a cabo en unas plantas especiales que emplean electricidad generada de forma renovable y de esta forma ahorrar costes y conseguir una energía más limpia. De esta forma se obtiene un combustible totalmente sintético con el cual se pueden hacer funcionar motores gasolina y diésel con mínimas modificaciones como podríamos necesitar con adaptaciones al GLP.
Cabe aclarar que este combustible contaminara las mismas partículas de CO2 que la gasolina convencional. La ganancia estaría en la fabricación del combustible, ya que se retiraran una gran parte de partículas de dióxido de carbono para su fabricación, reduciendo de esta manera el número de partículas en la atmosfera, con lo cual se reduciría el calentamiento global que produce el CO2.
El problema con el que se encuentra Bosch para desarrollarlo es el alto coste, el cual es inviable para poder desarrollarlo mundialmente ahora mismo. De momento el gobierno alemán apoya el proyecto de forma que se puede seguir investigando para abaratar la producción y convertirse en una alternativa real.
Se estima que el precio final del carburante será entre 1 y 1,40 euros el litro sin impuestos, con impuestos, prácticamente se doblara el precio al de la gasolina al cual estamos acostumbrados a repostar. Se espera que mediante se desarrolle el combustible se consigan abaratar los costes pudiendo beneficiar al cliente final.