Una solución para reducir el efecto de las contrafuerzas producidas en una colisión, es sujetar a los ocupantes de manera que no puedan salir despedidos. Por este motivo se diseñó el cinturón de seguridad. Al principio solo se montaban cinturones de dos puntos, sujetando únicamente la pelvis al asiento, lo que no impedía que la parte superior del cuerpo se desplazara hacia delante.
No pasó demasiado tiempo para que se desarrollara el cinturón fijo de tres puntos de anclaje, el cual ya sujetaba el torso de los ocupantes. El problema de estos cinturones era la dificultad para conseguir un ajuste correcto al cuerpo del ocupante, pero esto se solucionó incorporando un carrete que rebobinaba constantemente el cinturón al cuerpo del ocupante, proporcionándole, al mismo tiempo, libertad de movimientos.
En caso de un impacto frontal, el propio mecanismo del carrete incorpora un sistema de bloqueo que evita que la bobina ceda, impidiendo, a su vez, que el ocupante impacte con el volante o el salpicadero.
Los bloqueos más comunes utilizados en la actualidad son el de bloqueo por traba pendular y el de bloqueo por traba centrífuga.
El bloqueo por traba pendular bloquea la bobina sobre la que se enrolla el cinturón, la inercia hace que el péndulo se desplace hacia delante provocando que la placa de anclaje del extremo superior se mueva hacia atrás, levantando uno de sus bordes que bloquea la bobina del cinturón.
En el bloqueo por traba centrífuga se bloquea cuando se tira del cinturón bruscamente. El sistema de bloqueo por traba centrífuga consta de la bobina, en el extremo de esta una corona dentada, un gatillo para el tetón deslizante de la leva y un embrague en forma de cuña.
Para mejorar la comodidad y facilidad a la hora de usar el cinturón de seguridad, la mayoría de vehículos equipan un mecanismo de regulación de altura.